Según una nueva actualización de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), hay una alta probabilidad de que el fenómeno de El Niño inicie ente julio y septiembre, lo que provocaría un aumento de las temperaturas a nivel global y sus efectos son contrarios a los de La Niña.
“Acabamos de tener los ocho años más cálidos de los que se tiene constancia, a pesar de que en los últimos tres años hemos tenido un enfriamiento de La Niña que ha actuado como freno temporal al aumento de la temperatura global”, ha declarado el secretario general de la OMM, Petteri Taalas.
“Lo más probable es que el desarrollo de El Niño provoque un nuevo repunte del calentamiento global y aumente las posibilidades de batir récords de temperatura”, advirtió Taalas.
Según los informes de la Organización sobre el estado del clima mundial, 2016 fue el año más cálido jamás registrado debido al “doble golpe” de un período de El Niño de mucha intensidad y del calentamiento inducido por el hombre a causa de los gases de efecto invernadero. El efecto sobre las temperaturas globales suele manifestarse al año siguiente de su desarrollo, por lo que probablemente será más evidente en 2024.
“El mundo debería prepararse para el desarrollo de El Niño, que suele asociarse a un aumento del calor, la sequía o las precipitaciones en distintas partes del mundo. Podría traer un respiro a la sequía en el Cuerno de África y otros impactos relacionados con La Niña, pero también podría desencadenar fenómenos meteorológicos y climáticos más extremos”, declaró Taalas.
Efectos típicos
El Niño es un fenómeno climático natural asociado al calentamiento de la temperatura de la superficie del océano Pacífico tropical central y oriental. De media, se produce cada dos a siete años, y los episodios suelen durarentre nueve y doce meses.
Los episodios de El Niño suelen ir asociados a un aumento de las precipitaciones en algunas zonas del sur de Sudamérica, el sur de Estados Unidos, el Cuerno de África y Asia central.
Por el contrario, El Niño también puede provocar graves sequías en Australia, Indonesia y partes del sur de Asia.
Durante el verano boreal, las aguas cálidas de El Niño pueden alimentar huracanes en el centro y el este del océano Pacífico, mientras que dificultan la formación de huracanes en la cuenca atlántica.
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