Panamá ha aislado a casi 200 migrantes en un campamento en la selva para contener un nuevo brote de coronavirus entre un grupo mucho más grande de africanos, cubanos y haitianos varados por la pandemia del coronavirus en la remota región del Darién.
Durante una visita al campamento Lajas Blancas el viernes los migrantes, algunos con mascarillas, yacían bajo lonas o en tiendas de campaña, encerrados por una cerca de alambre. Los trabajadores médicos hacían rondas tomándoles la temperatura y la presión arterial.
Desde mayo, las autoridades pusieron en cuarentena a alrededor de 90 personas que dieron positivo al coronavirus junto con familiares y compañeros cercanos en el campamento.
De los cuatro migrantes con los que habló Reuters en el campamento, el cubano Francisco Turcas dijo que la mala comida había enfermado a algunos miembros del grupo. Todos habían estado en instalaciones gubernamentales durante semanas desde que emergieron de la selva panameña, tras una larga caminata.
“Aquí hay niños, ancianos, mujeres embarazadas. Ya hay muchos que tienen diarrea”, dijo Turcas.
Los migrantes no pueden salir de las instalaciones sin permiso, aunque pueden comprar suministros en tiendas cercanas.
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